lunes, 3 de enero de 2022

Infalibilidad del Papa


La infalibilidad significa que Cristo guía a la Iglesia -a través del Espíritu Santo- de tal manera, que ella no puede errar al enseñar Su mensaje.

En la práctica, la infalibilidad de la Iglesia significa básicamente que: Cuando el Papa, actuando como cabeza de la Iglesia, enseña de manera “oficial” a la Iglesia entera sobre algún punto de la fe o la moral revelada por Cristo, Dios vela por que no enseñe algo erróneo. Los obispos también gozan de este don de infalibilidad, cuando definen algo en conjunto con (y unidos al) Papa.
La infalibilidad es más bien un Don de tipo preventivo; consiste en que cuando el Papa (y los obispos en comunión con él) define(n) de forma definitiva y oficial un punto doctrinal sobre la fe o la moral, Dios no le(s) permite que su enseñanza contenga error.
La infalibilidad no significa que el Papa pueda inventar nuevas doctrinas (ni que recibirá nuevas revelaciones): la enseñanza constante de la Iglesia es que la Revelación Divina terminó con la muerte del último apóstol y no habrá nuevas revelaciones públicas. El Papa tan sólo proclama como correcto lo que ya forma parte de la doctrina cristiana, pero que a la fecha no había sido definido formalmente.
La infalibilidad tampoco significa que el Papa sepa la verdad en todos los campos del saber humano. El Papa no es infalible cuando habla de ciencias o deportes o cualquier tópico que no guarda conexión con la religión. El Papa es infalible únicamente cuando habla sobre asuntos ya contenidos en el depósito de la fe (La Sagrada Escritura y la Tradición Apostólica).
La infalibilidad no significa que el Papa no pueda pecar. El Papa no es “impecable” y no está exento de practicar mal su fe como cualquier cristiano. Pedro (el primer Papa) negó al Señor tres veces y, aunque no es lo más común, en la historia de la Iglesia ha habido algunos ejemplos de Papas cuya vida personal no fue ejemplar. ¡Cada Papa y obispo debe buscar su salvación y tendrá que rendir cuentas a Cristo igual que lo hace cualquier cristiano!
El hecho de que ni el Papa ni los obispos sean impecables, resalta el hecho de que la infalibilidad no se fundamenta en sus propias fuerzas, sino en la promesa de Cristo de que Él y el Espíritu Santo permanecerían presente en Su Iglesia como garantía de que ella transmite fielmente su enseñanza.
Muchos hermanos no-católicos se esfuerzan por hacer pensar que infalibilidad es lo mismo que impecabilidad. En ese sentido sería estúpido creer que el Papa no puede equivocarse en nada, ni pecar. La infalibilidad consiste en que, bajo una cierta condición llamada EX CATHEDRA, el Papa no puede equivocarse en las áreas de enseñanza de dogma y moral. Un dogma es un decreto, una prescripción legal o disciplinar como las ordenanzas en Hechos 16,4, es decir, nunca diría algo falso o inmoral, algo que valla en contra de la fe.
Esto es así ya que cuando Cristo le entrega las llaves a Pedro dándole autoridad de atar y desatar le da también la garantía de que las utilizaría bien. Las ordenanzas de la Iglesia siempre fueron acogidas por las comunidades cristianas:
“Conforme iban pasando por las ciudades, les iban entregando, para que las observasen, las decisiones tomadas por los apóstoles y presbíteros en Jerusalén.” Hechos 16,4
Insisto en aclarar que este dogma no afirma que un Papa en particular con o sin un concilio será santo, bien educado, siempre prudente, super sabio, etc. Aunque son cualidades excelentes no son esenciales. Lo importante es que el Magisterio de la Iglesia (su autoridad de enseñar) tiene la garantía de Cristo de ser protegido del error, esto es lo que cuenta. No se confía en el Papa si no en Jesús quien lo nombró y en su oración infalible:
“«¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.»” Lucas 22,31-32
El demonio de entre todos los apóstoles pide es a Pedro y Jesús ora específicamente por la fe de Pedro.
Jesús mismo reconoció la autoridad de la "cátedra de Moisés" para enseñar, a cargo de los escribas y fariseos
“y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen.” Mateo 23,2-3
Esta cátedra (asiento) no era solamente una metáfora para hablar del poder. Verdaderamente había un asiento de piedra frente a la sinagoga donde el líder con la autoridad (generalmente un escriba) hacia juicios sobre asuntos doctrinales y legales. Como dice la Mishná Abote (comentario judío), los judíos entendían que la revelación que Moisés recibió de Dios fue transmitida por sucesión desde Josué pasando por los ancianos, profetas y el Sanedrín (Hechos 15,21). ¿Por qué un cristiano no puede creer que la revelación de Dios sigue siendo transmitida por sucesión no interrumpida desde Pedro hasta el Papa actual?
Puede un Papa determinado fallar en su conducta, pero la orden de Jesús es "Hacer y observad todo lo que os digan" a pesar de que desaprobaba su conducta y nos exhortaba a no imitarles.
Así como Jesús reconoció la autoridad del magisterio de los fariseos para interpretar las Sagradas Escrituras cuando hablaban "desde la cátedra", reconocemos el magisterio de la Iglesia que habla, no más con la autoridad de Moisés, sino la de Jesús mismo:
“«Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.»” Lucas 10,16
El pasaje anterior es una clara garantía de infalibilidad que implica que escuchar a los apóstoles es escuchar a Cristo mismo. Si fueran falibles, Cristo estaría mintiendo y escucharles a ellos no sería escucharle a él.
Por eso la misma Biblia es tan clara al decir que la Iglesia es “fundamento de la verdad” (si pudiera fallar en enseñanza y enseñar mentira no pudiera ser fundamento de la verdad):
“pero si tardo, para que sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios vivo, columna y fundamento de la verdad.” 1 Timoteo 3,15
Debemos ser sinceros con la Biblia, la Palabra es muy clara en que hay una Iglesia fundamento de la verdad, hoy en día las Iglesias no católicas al caer en tantas contradicciones en doctrina se han conformado con menos, y ante la imposibilidad de alegar que están en la verdad completa, han optado por decir que nadie la tiene, pero ¿Está acorde eso con la Palabra de Dios?
“Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir.” Juan 16,13
Estudiemos ahora el siguiente pasaje:
“«¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien el señor puso al frente de su servidumbre para darles la comida a su tiempo? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. Yo os aseguro que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si el mal siervo aquel se dice en su corazón: "Mi señor tarda", y se pone a golpear a sus compañeros y come y bebe con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.” Mateo 24,45-51
Jesús habla del siervo a quien él "pone sobre su casa" (que representa la Iglesia). Este siervo puede actuar bien o mal, y si es desobediente y "golpea a sus consiervos" (abusa de su autoridad) va a ser castigado. Pero no por ser mal siervo Jesús le quita su poder, ni nos da permiso de salir de la casa en rebeldía. El mismo va a castigar a aquellas malas autoridades de la Iglesia que no hayan hecho bien su labor.
Un ejemplo de infalibilidad lo vemos en el siguiente pasaje:
“Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: «Vosotros no sabéis nada, ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación.» Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación - y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.” Juan 11,49-52
Cuando Dios obra por medio de este carisma los resultados eran infalibles, y no tenía nada que ver si el sacerdote era un santo o un malvado. Caifás, aunque no creyó en el Mesías y peor todavía lo condenó a muerte, ¡profetizó correctamente por medio de su oficio de sumo sacerdote del pueblo de Dios! Si Caifás profetizó correctamente ¿Por qué hemos de pensar menos de Pedro (y sus sucesores) a quien la oración de Cristo sostiene para que su fe no desfallezca y que es quien ha recibido la encomienda de apacentar los corderos y ovejas del rebaño del Señor?
Conclusión
Nosotros profesamos obediencia al Papa, no porque necesitemos de un hombre, si no porque al aceptar a Cristo como nuestro salvador, aceptamos también su voluntad (claramente reflejada en la Biblia), y el quiso designar al Papa como jefe de la Iglesia y como su representante.
“«No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial.” Juan 21,15-17

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